Esta historia se me metió entre ceja y ceja y no fui
capaz de deshacerme de ella. Las ideas que venían a mi mente durante aquella
época, iban formando sus particulares entrañas, y fue todo tan rápido que ni me
enteré. Noah ya era un hecho mucho antes de empezar a escribir, y aunque la
temática semi fantástica y los adolescentes ya estaban un poco lejos en mi
vida, no me importó; “Herederos de la Furia” no se iba a quedar encerrada en mi
interior. Quizá algo fuerte para los muy jóvenes, quizá algo juvenil para los
mayores… pero hay que reconocer que cada vez somos más los que nos encontramos
en el punto de inflexión. Para ellos con mucho amor.
—PRÓLOGO—
Puedo ponerme en el lugar de quien sea en cualquier momento, tengo esa capacidad en contra de mi voluntad, y sin embargo cada vez comprendo menos. Son demasiados años de decepciones los que me han llevado a esta situación de apatía. El odio se está oxidando bajo mi piel y hora tras hora, días tras día, año tras año, me cuesta más parecer uno entre todos. Se merecen lo que les depara el futuro.
Soy una
erinia, una furia, una hija de la noche.
Da igual cómo me quieran llamar.
Soy
venganza.
Mi naturaleza es pasión, es orden, es ley divina.
Pero
debo ocultar mi desprecio por los demás para poder ganarme su confianza.
“Estúpido ser humano”
—CAPÍTULO
1—
Acababa
de arrancarle la vida con mis propias manos.
Sentada
sobre la hierba mojada, aunque sin apenas rozarla por hallarse mi cuerpo
levitando, sentí cómo su miedo se desvanecía. La sangre húmeda y aún caliente
de aquel hombre salpicándome la ropa y la cara, hizo que me replantease mi
método. Por un instante sentí nauseas, una debilidad muy humana para alguien
con tan pocas dotes para poder considerarse como tal. La
finalidad de mi existencia, el sentido de mi ser, me convertían en algo grotesco
e inhumano.
Salí
del estupor para darme cuenta de que sobre mi regazo aún descansaba la cabeza
de mi última cita. Sus ojos estaban cerrados y parecía dormir plácidamente. Extendí
la mano para acariciar la mejilla de Víctor,
y nada más rozarla, su cabeza perdió el equilibro para caer rodando
hasta frenar contra su brazo derecho que se encontraba extendido al lado del
resto de su desmembrado cuerpo, sobre el césped.
No me
había costado nada seducirlo. Era inmensa la atracción que ejercía sobre los
hombres y las mujeres. Me bastaba con querer algo para conseguirlo. Me habían
creado así por un motivo, siendo la seducción y la empatía mis más potentes
armas.
Me
incorporé de un salto y comencé a correr. Me quedaba mucho camino por recorrer
y sólo contaba con el oscuro anonimato de la noche.
(...)
MIKA
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