jueves, 3 de mayo de 2012

La visiten de Matrusken (extracto de "Matruska la pelandruska")


En esta parte de la novela, Matruska está recordando su cruel adolescencia. Ha pasado el verano en Estepona y allí se ha enamorado de un “dios nórdico”, Norbert Schwimmbäder, al cual persigue hasta Berlín. Él no se esperaba verla tirada junto a la puerta de su casa, y decide esconderla en su desván antes de que sus padres descubran tremendo desatino.
(...)

—Tú te vas a quedarrrr aquí, ¿ya?

Ya.

—Y no harrás rrruido, ¿ya?

Ya… —echó una ojeada a su alrededor—. ¿Aquí, Norbi?

Ya. Si te ven mis padrrres me matan.

—¿Pero por qué, Dios? ¿Por qué todos quieren acabar con nuestro amor? ¿Por qué el mundo es tan injusto? ¿Acaso merecemos tanta penuria, tanto dolor… tanto sufrimiento?

Ya… estooo, nein, clarrro que nein. Ya se me ocurrirrrá algo.

—¿Pero vendrás a estar conmigo?

Norbert salía por la puerta a toda prisa mientras Matruska extendía sus brazos hacia él.

Ya, ya

La muchacha, aún emocionada por el emotivo encuentro, se sentó sobre unos cojines que descansaban en el suelo, bajo un pequeño ventanal por el que se colaba la escasa claridad del día. Observó a su alrededor.

—Qué ilusión le ha hecho… ¡Hay que ver lo que nos amamos!… y qué de agua con gas, con lo mala que está…

Por lo visto utilizaban aquella estancia como almacén, porque había un montón de tambores de algo parecido al detergente español, botellas de agua y lejías.

—Qué hambre tengo —susurró.

Suspiró imaginando cómo en cuanto anocheciera, Norbert subiría a encontrarse con ella, trayendo consigo los restos de la suculenta cena que habría preparado su futura suegra. Atusó los cojines a modo de colchón y se tumbó para poder descansar un poco. Estaba emocionada, pero necesitaba echarse un rato, sólo hasta que su amado la despertase con un beso en la frente.

Enseguida se durmió profundamente.

Varios días después, sus padres, ajenos a las vicisitudes de la criatura, disfrutaban de un plato de marmitako frente a la televisión. Era la hora de las noticias y a Pedro le encantaba verlas sentado a la mesa. Normalmente Matruska no paraba de parlotear y no le dejaba enterarse de nada, pero su hija estaba de ejercicios espirituales y ahora eran los que buscaban sosiego y tranquilidad en la meditación los que debían armarse para esa guerra. Pedro se sintió más etéreo que nunca.

—Siempre malas noticias... ¿no podrían decir cosas buenas alguna vez?

—Chssss, son las noticias mujer, ¿qué quieres? Para anunciar los sanfermines ya está la portada del ABC.

—Ya, pero es tan triste…

—Mira, ya empiezan con las noticias internacionales. A ver si a los extranjeros les pasan cosas mejores.

Una muchacha joven pintada como una mona y disfrazada de Vicky Larraz, leía la información directamente de unas octavillas que sostenía entre sus manos. Puri pensó que debía resultarle imposible concentrarse a la pobre mujer con tanta laca en el tupé. En la parte superior derecha de la pantalla se mostraba un recuadro en el que se iban sucediendo imágenes relacionadas con la noticia en cuestión, pero las hombreras desmesuradas de la presentadora no dejaban lugar nada más que a la imaginación.

          —Y vamos con lo que está pasando fuera de nuestras fronteras…

 La ataviada muchacha podría haber dormido a cualquier insomne con la carencia nasal de su voz.

         —Una adolescente española pasa ocho días encerrada en la buhardilla de un piso en Berlín, sin más alimento que sus propios enseres. La muchacha, que no ha querido desvelar su identidad, ha sobrevivido gracias a que eligió como escondite el lugar donde los vecinos guardan asiduamente sus botellas de agua y demás refrescos. La joven, que víctima de un feroz apetito finalmente tuvo que comerse sus alpargatas de diseño, confesó a la prensa que “no podía salir antes con el pelo así de sucio". Según fuentes extraoficiales, la joven esperaba a su novio que era vecino del edificio, y que se encontraba, desde hacía siete días, de liguilla de fútbol por Bayern…

—Anda Puri, prepárame una maleta que voy a por la cría.

—Si Pedro, enseguida —la mujer, resignada, se adentró en su habitación.

—¡Y mete unas zapatillas para ella!... ¡Que se ha jamado las que llevaba!
Cuando Matruska vio a su padre a lo lejos en el aeropuerto de Berlin, se lanzo a sus brazos llorando y gritando:
—¡Papi... creía que me quería y no me quiere!

—Ya lo sé mi amor, ya lo sé —la abrazó sin poder evitar contagiarse de su llanto desconsolado.

(...)

MIKA


1 comentario:

  1. Jajaja, esta Matrus nunca dejará de sorprenderme. Me troncho con ella, que ideas... es muy divertida la situación, solo de imaginármela...

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