lunes, 17 de junio de 2013

Todos tenemos un pasado... y Clarita varios.



[...]

Y extendió un poco más su visión hasta el horizonte más lejano, hacia donde a sí misma no se permitía mirar desde hacía muchos años, hasta donde se alzaba, entre las montañas, la mansión de los Bullen, el hogar del primer novio de Clarita. Eran un par de tontos adolescentes, y él lucía un poco mustio, pero nunca había dejado de sonreír al recordar aquellos besos furtivos que ella le propinaba cuando estaba despistado.

 —Ay, cari, que no, que no te agobies, que es que no estaba pensando en nada, te lo juro.

—Es que… es que siento que me muero, que mi alma ausente  incinera mis vacías entrañas por no poder saber lo que piensas. Te amo tanto. Ya mi vida no me pertenece ¿lo comprendes?

—Anda, no seas lánguido, Eduardito, que yo también te aprecio.

 Un buen día toda la familia se mudó a vete tú a saber qué lugar lejanísimo, sin avisar, sin un “hasta lueguito” ni nada que pudiera aliviar la congoja de Clarita. El mismo día que comprendió la terrible ausencia, se perdió en el bosque poniendo en jaque a todo el pueblo, buscándola todos como locos; de ahí le venía lo del sonambulismo según su psiquiatra. Aunque poco después conoció al del triángulo, y tonteando, tonteando… se le pasaron todos los males. En varias ocasiones había pensado en cómo sería su vida si aquel día de su primera menstruación, no hubiera perdido al amor de su vida.
 
MIKA

1 comentario:

  1. Ese lenguaje setentero al estilo de los libros de celia es genial!!!! Clarita es tan inocente y tan generosa.... se le quiere incondicionalmente desde el principio.

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