[...]
Y
extendió un poco más su visión hasta el horizonte más lejano, hacia donde a sí misma no se
permitía mirar desde hacía muchos años, hasta donde se alzaba, entre las
montañas, la mansión de los Bullen, el hogar del primer novio de Clarita. Eran
un par de tontos adolescentes, y él lucía un poco mustio, pero nunca había
dejado de sonreír al recordar aquellos besos furtivos que ella le propinaba
cuando estaba despistado.
—Es que… es que siento que me muero, que
mi alma ausente incinera mis vacías
entrañas por no poder saber lo que piensas. Te amo tanto. Ya mi vida no me
pertenece ¿lo comprendes?
—Anda, no seas lánguido, Eduardito, que
yo también te aprecio.
MIKA
Ese lenguaje setentero al estilo de los libros de celia es genial!!!! Clarita es tan inocente y tan generosa.... se le quiere incondicionalmente desde el principio.
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